08 d’abril 2020

Despertar el amor por la lectura a través del cómic

Cualquier libro puede ser la puerta de entrada, siempre que nos guste lo que encontremos al abrirla



“Las personas que nos enseñan algo nos dejan un recuerdo particularmente vivido en la memoria”, escribía Maggie O’Farrell en Sigo aquí (Libros del Asteroide). No solo las personas, también los libros se convierten en fotogramas de un momento determinado de nuestras vidas. De mi infancia, por ejemplo, recuerdo con cariño la colección de cómics de Las aventuras de Astérix. Aquella azul, de tapas acolchadas, que publicaba Grijalbo allá por los ochenta. Cuántas horas luchando por mantener a salvo de los romanos a aquella aldea situada al noroeste de la Galia. No fue el único contacto que yo y mi hermano tuvimos con el cómic: Mafalda, 13 Rue del Percebe, Mortadelo y Filemón o Zipi y Zape se colaban entre aquellas lecturas –no siempre gratificantes– que nos imponían desde el colegio. Supongo que como dice Paula Martos, historiadora y autora del blog Yo, mi, me, con libro, durante mucho tiempo los cómics han sido considerados lecturas menores, y sus lectores, lectores de segunda, claro. ¿Qué profesor se animaba a prescribir un cómic como propuesta de lectura durante el curso? Seguramente ninguno lo hizo entonces. O pocos. ¿Y ahora?
Cuenta Román Belmonte, maestro y autor del blog especializado en literatura infantil y juvenil Donde viven los monstruos, que aún es poco habitual que el cómic sea una sugerencia de lectura en el aula. Sin embargo, sí penetra más en las escuelas como herramienta de alfabetización –al igual que sucede con el álbum ilustrado–, sobre todo en las primeras etapas de la educación primaria. En secundaria, según Belmonte, su presencia es solo testimonial por los prejuicios que hay todavía hacia este formato. “La diversificación literaria es altamente necesaria”, señala el experto en LIJ para quien además de considerar imprescindible adecuarse a los intereses de niños y adultos, no se debe pasar por alto que la literatura gráfica comparte muchos aspectos de los nuevos marcos de lectura que ofrecen hoy el universo audiovisual y las tecnologías de la información y comunicación. “Con ello no quiero decir que el niño deba empezar leyendo novela gráfica y terminando con una novela como Bomarzo. Puede ser al revés. El itinerario lector puede ser tan variopinto como lectores existan. Lo verdaderamente importante es ampliar la oferta y ensalzar el valor de la lectura”, explica.
No, no son lecturas “menores”

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