01 d’octubre 2018



LINTERNAS Y BOSQUES

En el mismo momento que aprendía a leer libros como Hansel y Gretel, Pulgarcito, Caperucita Roja, Blanca Nieves y los Tres Chanchitos, cuando me preguntaba, luego de haber leído, qué era un frijol y si alguien me ayudaría a conseguir uno para plantarlo en el patio de casa, los padres de Tomás enterraban sus libros y mi padre quemaba los suyos. Esa sincronía entre ingresar al placer de la lectura, y conocer los acontecimientos trágicos que involucraban a nuestros padres y sus libros, fusionaron muchos sentimientos que se sintetizaron en uno: la pasión por los libros. A partir de aquí, fuimos niños que además de tener una biblioteca convencional en sus casas, teníamos una biblioteca ausente.

Así empieza su testimonio Gabriela Halac en el libro colaborativo La Biblioteca Roja. Brevísima relación de la destrucción de los libros (Ediciones DocumentA/Escénicas, 2017).

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