Daniel Pennac, un escritor contra la tiranía del yo
El autor francés recupera un célebre y alocado personaje de los 80 para criticar el sistema y el auge de la autoficción
Existió una vez un personaje divertidísimo, un tal Benjamin Malaussène, un tipo de Belleville, el famoso barrio de París, que vivió todo de tipo de aventuras francamente ridículas, y luego desapareció. Desapareció durante cerca de 25 años y ahora, justo ahora, ha vuelto, convertido a la vez en el expersonaje de novela que fue y en hombre de confianza de la editora que le vio crecer en la saga —de siete entregas— que Daniel Pennac completó entre mediados de los años ochenta y principios de los noventa. Y lo ha hecho para proteger al personaje de Alceste, escritor al que casi entierra vivo su familia después de contar lo que no debía en una novela que fue todo un fenómeno vevé, es decir, todo un fenómeno de las novelas que cuentan la “verdad verdadera”. Y para, de paso, descubrir qué ha pasado con Georges Lapietà, el exdirectivo de LAVA, que acaba de ser secuestrado después de que despidiera a 8.302 trabajadores, y se asegurara un paracaídas de 22 millones de euros. Todo eso y mucho más es El caso Malaussène (Literatura Random House), la vuelta de Pennac al humor deliciosamente absurdo.
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“¿Que por qué he vuelto justo ahora? ¡Qué sé yo! Lo único que puedo decir es que me apetecía muchísimo”, confiesa, mientras desmonta y vuelve a montar un bolígrafo. Habla Pennac como quien da brochazos, uno aquí y otro allá, deteniéndose a cada rato. “No sé, quizá solo me estaba poniendo a prueba. ¿Iba a ser capaz de escribir como cuando era joven ahora que soy viejo?”.
La respuesta es sí. Y se diría que el tiempo ha afilado su sentido del humor y su don para la caracterización de personajes hijos de un delirio sarcástico de altura: ataca Pennac a un sistema que olvidó lo que era la humanidad hace mucho y a un sector editorial vendido a la literatura del yo. “En estos 25 años, Francia ha cambiado mucho”, dice el escritor, “han desaparecido el partido comunista y el socialista, por ejemplo”, añade, “y nos preocupamos por cosas como el clima”.
Liberalismo eterno
La diferencia, opina, entre Malaussène y el resto del mundo “es que él no cree que nada vaya a ser eterno, nosotros sí. En la época en que empecé a escribir estas novelas, nadie creía que el muro de Berlín podía desaparecer, de la misma manera que ahora nadie cree que el liberalismo pueda acabarse”, explica.
¿Ha cambiado Malaussène en todo este tiempo? “No mucho, antes quizá era más urbanita, ahora también es un poco campestre”, responde. ¿Y qué tiene contra la literatura del yo? “Entiendo la necesidad de considerarse sujeto literario. En Francia es algo que ocurre desde Michel de Montaigne. La diferencia con Montaigne es que, en su caso, la tinta era duda. Los escritores que dan más miedo son los que escriben pensando que están en posesión de la verdad. Es el fin de la complejidad, lo contrario de lo que hacía Montaigne, que era un elogio a esa misma complejidad”, contesta. Lamenta que en Francia sea tan habitual que un escritor se sienta en posesión de esa “verdad verdadera” que “parece casi una enfermedad nacional”. No, no va a dar nombres, pero sí, le pareció bien reírse un poco del asunto a través del personaje de Alceste, llamado así en honor al personaje de Molière: el primero en creer que lo sabía todo.
Sobre el otro asunto central de la novela, la tiranía del sistema, el fin del trabajo como aquello que “otorgaba una identidad”, no se muestra Pennac en absoluto optimista, aunque cree que “a largo plazo, los que acumulan toda la riqueza, no tendrán más remedio que distribuirla si no quieren que la gente le prenda fuego a todo”. “Mientras tanto, caeremos en la vieja tentación de replegarnos sobre el nacionalismo”, dice. “Es una tragedia. Antes teníamos un proyecto ilusionante, que era Europa, y ahora ese proyecto agoniza, porque hemos querido construir una Europa económica cuando deberíamos haber construido una Europa cultural. Pensemos cómo sería Europa hoy si en la época en la que empecé a escribir Malaussène, hubiéramos enviado a niños de sexto a pasar un mes en otro país, y no hubiésemos dejado de hacerlo desde entonces. Esos niños hoy sentirían que existe algo que les une, habría una identidad europea que se superpondría a su identidad nacional y regional. Pero no lo hicimos, y hoy no sabemos lo que es Europa”.
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LA SAGA ESTÁ EN MARCHA (OTRA VEZ)
El autor de Mal de escuela y Como una novela, entregado desde hace un par de décadas al ensayo y la reflexión de aquello que nos hace humanos y lo que nos permitiría crecer si lo dejáramos, asegura tener ya lista una segunda entrega de la saga que acaba de retomar, que llevaría por título Su enorme pecado. ¿Y recuerda Pennac qué le llevó a escribir el primer libro de la serie? “Fue un acto de liberación”, contesta. Malaussène nació en un viaje a Brasil y, en una época, su época universitaria, en la que todo eran corsés. “Por entonces se llevaba una escritura de lo más estructuralista, y a mí lo que me gustaba era el realismo mágico. Era mi balón de oxígeno”.
Autor: Daniel Pennac
Editorial: Literatura Random House (2018)
Formato: versión kindle y tapa blanda (272páginas)
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